A Bruxa, por influência sugestiva da loucura de Marciana, piorou do juízo e
tentou incendiar o cortiço.
Enquanto os companheiros o defendiam a unhas e dentes, ela, com todo o
disfarce, carregava palha e sarrafos para o número 12 e preparava uma fogueira.
Felizmente acudiram a tempo; mas as conseqüências foram do mesmo modo
desastrosas, porque muitas outras casinhas, escapando como aquela ao fogo, não
escaparam à devastação da polícia. Algumas ficaram completamente assoladas.
E a coisa seria ainda mais feia, se não viera o providencial aguaceiro apagar
também o outro incêndio ainda pior, que, de parte a parte, lavrava nos ânimos. A
polícia retirou-se sem levar nenhum preso. “A ir um iriam todos à estação! Deus
te livre! Demais, para quê? o que ela queria fazer, fez! Estava satisfeita!”
La bruja, influenciada por la locura de Marciana, perdió la cabeza y trató de incendiar la vivienda. Mientras sus compañeros lo defendían con uñas y dientes, ella, disfrazada, llevó paja y listones hasta el número 12 y encendió una fogata. Afortunadamente llegaron a tiempo; pero las consecuencias fueron igualmente desastrosas, porque muchas otras casas pequeñas, habiendo escapado así al fuego, no escaparon a la devastación de la policía. Algunos estaban completamente devastados. Y las cosas hubieran sido aún más feas si el aguacero providencial no hubiera venido a apagar el otro fuego, aún peor, que ardía en el corazón de la gente. La policía se retiró sin tomar prisioneros. “¡Para ir uno iría todos a la estación! ¡Dios no lo quiera! ¿Demasiado para qué? ¡Lo que ella quería hacer, lo hizo! ¡Yo estaba satisfecho!"
Apesar do empenho do João Romão, ninguém conseguiu descobrir o autor
da sinistra tentativa, e só muito tarde cada qual cuidou de pregar olho, depois de
reacomodar, entre plangentes lamentações, o que se salvou do destroço. O
tempo levantou de novo à meia-noite. Ao romper da aurora já muita gente estava
de pé e o vendeiro passava uma revista minuciosa no pátio, avaliando e
carpindo, inconsolável e furioso, o seu prejuízo. De vez em quando soltava uma
praga. Além do que escangalharam os urbanos dentro das casas, havia muita tina
partida, muito jirau quebrado, lampiões em fanicos, hortas e cercas arrasadas; o
portão da frente e a tabuleta foram reduzidos a lenha. João Romão meditava,
para cobrir o dano, carregar um imposto sobre os moradores da estalagem,
aumentando-lhes o aluguel dos cômodos e o preço dos gêneros.
A pesar de los esfuerzos de João Romão, nadie logró descubrir al autor del siniestro atentado, y sólo muy tarde cada uno trató de pegar ojo, después de reacomodar, entre quejumbrosos lamentos, lo que se salvó de los escombros. El tiempo se aceleró de nuevo a medianoche. Al despuntar el alba ya se había levantado mucha gente y el posadero recorría el patio detenidamente, valorando y llorando, desconsolado y furioso, su pérdida. De vez en cuando soltaba una plaga. Además de lo que los urbanitas desmantelaron dentro de las casas, hubo muchas tinas rotas, muchos desvanes rotos, lámparas rotas, huertas y cercas derribadas; la puerta de entrada y el letrero se quemaron hasta convertirlos en leña. João Romão consideró, para cubrir los daños, imponer un impuesto a los residentes de la posada, aumentando el alquiler de las habitaciones y el precio de los alimentos.
Viu-se numa
dobadoura durante o dia inteiro; desde pela manhã dera logo as providências
para que tudo voltasse aos seus eixos o mais depressa possível: mandou buscar
novas tinas; fabricar novos jiraus e consertar os quebrados; pôs gente a remendar
o portão e a tabuleta. Ao meio-dia teve de comparecer à presença do
subdelegado na secretaria da polícia. Foi mesmo em mangas de camisa e sem
meias; muitos do cortiço o acompanharam, quer por espírito de camaradagem,
quer por simples curiosidade.
Se encontró en una bobinadora todo el día; A partir de esa mañana, inmediatamente tomó medidas para que todo volviera a la normalidad lo antes posible: mandó a buscar tinas nuevas; construir nuevas plataformas y arreglar las rotas; Tenía gente reparando la puerta y el letrero. Al mediodía, tenía que presentarse ante el subjefe de la comisaría. Estaba incluso en mangas de camisa y sin medias; muchos de los barrios marginales lo acompañaron, ya sea por espíritu de camaradería o por simple curiosidad.
Uma verdadeira patuscada esse passeio à cidade! Parecia uma romaria;
algumas mulheres levaram os seus pequenitos ao colo; um magote de italianos ia
à frente, macarroneando, a fumar cachimbo; alguns cantavam. Ninguém tomou
bonde; e por toda a viagem discutiram e altercaram em grande troça,
comentando com gargalhadas e chalaças gordas o que iam encontrando, a
chamar a atenção das ruas por onde desfilava a ruidosa farândola.
A sala da polícia encheu-se.
O interrogatório, exclusivamente dirigido a João Romão, era respondido por
todos a um só tempo, a despeito dos protestos e das ameaças da autoridade, que
se viu tonta. Nenhum deles nada esclarecia e todos se queixavam da polícia,
exagerando as perdas recebidas na véspera.
¡Este recorrido por la ciudad fue un verdadero placer! Parecía una peregrinación; algunas mujeres llevaban a sus pequeños en brazos; un grupo de italianos caminaba al frente, comiendo pasta y fumando en pipa; algunos cantaron. Nadie tomó el tranvía; y durante todo el viaje discutieron y riñeron con gran burla, comentando con risas y chistes gordos lo que encontraban, llamando la atención de las calles por donde desfilaba la ruidosa farandola. La sala de policía se llenó. El interrogatorio, dirigido exclusivamente a João Romão, fue respondido por todos al mismo tiempo, a pesar de las protestas y amenazas de la autoridad, que se encontró mareada. Ninguno aclaró nada y todos se quejaron de la policía, exagerando las pérdidas recibidas el día anterior.
A respeito de como se travara o conflito e quem o provocara, o taverneiro
declarou que nada podia saber ao certo, porque na ocasião se achava ausente da
estalagem. De que tinha certeza era de que as praças lhe invadiram a
propriedade e puseram em cacos tudo o que encontraram, como se aquilo lá
fosse roupa de francês!
— Bem feito! bradou o subdelegado. Não resistissem!
En cuanto a cómo se desató el conflicto y quiénes lo provocaron, el tabernero declaró que no podía saberlo con certeza, ya que en ese momento se encontraba ausente de la posada. De lo que estaba seguro era que los cuadrados invadían su propiedad y destrozaban todo lo que encontraban, ¡como si fuera ropa francesa! - ¡Bien hecho! gritó el diputado. ¡No te resistas!
Um coro de respostas assanhadas levantou-se para justificar a resistência.
“Ah! Estavam mais que fartos de ver o que pintavam os morcegos, quando lhes
não saia alguém pela frente! Esbodegavam até à última, só pelo gostinho de
fazer mal! Pois então uma criatura, porque estava a divertir-se um bocado com
os amigos, havia de ser aperreada que nem boi ladrão?... Tinha lá jeito? Os rolos
era sempre a polícia quem os levantava com as suas fúrias! Não se metesse ela
na vida de quem vivia sossegado no seu canto, e não seria tanto barulho!...”
Como de costume, o espírito de coletividade, que unia aquela gente em circulo
de ferro, impediu que transpirasse o menor vislumbre de denúncia. O
subdelegado, depois de dirigir-se inutilmente a um por um, despachou o bando,
que fez logo a sua retirada, no meio de uma alacridade mais quente ainda que a
da ida.
Un coro de airadas respuestas se elevó para justificar la resistencia. “¡Ay! ¡Estaban más que cansados de ver lo que pintaban los murciélagos, cuando nadie salió frente a ellos! ¡Trabajaron hasta el final, solo por el gusto de hacer daño! Pues bien, una criatura, porque se estaba divirtiendo un poco con sus amigos, ¿tenía que ser atrapada como un buey rebelde?... ¿Había alguna forma? ¡Los rollos siempre eran los policías que los levantaban con sus furias! ¡Si no se entrometiera en la vida de quienes vivían pacíficamente en su rincón, no habría tanto ruido!...” Como de costumbre, el espíritu de colectividad que unía a aquellas personas en un círculo de hierro impidió la el menor atisbo de denuncia por transpirar. . El subdelegado, después de ir uno a uno sin éxito, despachó a la cuadrilla, que se retiró inmediatamente, en medio de una excitación aún mayor que la de la partida.
Lá no cortiço, de portas adentro, podiam esfaquear-se à vontade, que
nenhum deles, e muito menos a vitima, seria capaz de apontar o criminoso; tanto
que o médico, que, logo depois da invasão da polícia, desceu da casa do
Miranda à estalagem, para socorrer Jerônimo, não conseguiu arrancar deste o
menor esclarecimento sobre o motivo da navalhada. “Não fora nada!... Não fora
de propósito!... Estavam a brincar e sucedera aquilo!... Ninguém tivera a menor
intenção de fazer-lhe mossa!...”
Rita mostrou-se de uma incansável solicitude para com o ferido. Foi ela
quem correu a buscar os remédios, quem serviu de ajudante ao medico e quem
serviu de enfermeira ao doente. Muitos lá iam, demorando-se um instante, para
dar fé; ela, porém, desde que Jerônimo se achou operado, não lhe abandonou a
cabeceira; ao passo que Piedade, aflita e atarantada, não fazia senão chorar e
arreliar-se.
Allí en el conventillo, adentro, podían apuñalarse a voluntad, y ninguno de ellos, y mucho menos la víctima, sería capaz de señalar al criminal; tanto, que el médico, que justo después de la invasión policial bajó de la casa de Miranda a la posada para ayudar a Jerome, no pudo arrancarle la más mínima explicación sobre el motivo de la herida de arma blanca. “¡No fue nada!... ¡No fue a propósito!... ¡Estaban bromeando y pasó eso!... ¡Nadie tenía la menor intención de hacer mella en ella!...” Rita se preocupaba incansablemente por con los heridos. Fue ella quien corrió a buscar las medicinas, quien ayudó al médico y quien cuidó al paciente. Muchos fueron allí, deteniéndose un momento, para dar fe; ella, sin embargo, desde que Jerônimo se vio operado, no se ha apartado de su lecho; mientras Piedade, angustiada y confundida, no hacía más que llorar y enfadarse.
A mulata, essa não chorava; mas a sua fisionomia tinha uma profunda
expressão de mágoa enternecida. Agora toda ela se sentia apegar-se àquele
homem bom e forte; àquele gigante inofensivo, àquele Hércules tranqüilo que
mataria o Firmo com uma punhada, mas que, na sua boa-fé, se deixara navalhar
pelo facínora. “E tudo por causa dela! só por ela!” Seu coração de mulher
rendia-se cativo a semelhante dedicação ensangüentada e dolorosa. E ele, o
mísero, interrompia as contrações do rosto para sorrir defronte dos olhos
enamorados da baiana, feliz naquela desgraça que lhe permitia gozar dos seus
carinhos. E tomava-lhe as mãos, e cingia-lhe a cintura, resignado e comovido,
sem uma palavra, sem um gesto, mas a dizer bem claro, na sua dor silenciosa e
quieta de animal ferido, que a amava muito, que a amava loucamente.
Rita afagava-o, já sem a menor sombra de escrúpulo, tratando-o por tu,
ameigando-lhe os cabelos sujos de sangue com a polpa macia da sua mão
feminil. E ali mesmo em presença da mulher, dele, só faltava beijá-lo com a
boca, que com os olhos o devorava de beijos ardentes e sequiosos.
La mulata no lloró; pero su semblante mostraba una profunda expresión de tierno dolor. Ahora toda ella se sentía aferrada a ese hombre bueno y fuerte; a ese gigante inofensivo, a ese Hércules tranquilo que mataría a Firmo de un golpe pero que, en su buena fe, se había dejado acuchillar por el villano. ¡Y todo por ella! ¡sólo para ella!" Su corazón de mujer quedó cautivo de tan sangrienta y dolorosa entrega. Y él, el miserable, interrumpió las contracciones de su rostro para sonreír ante los ojos enamorados de la baiana, feliz en aquella desgracia que le permitía gozar de sus caricias. Y él le tomaba las manos y le estrechaba la cintura, resignado y conmovido, sin una palabra, sin un gesto, pero diciendo muy claro, en su dolor silencioso y quieto como un animal herido, que la amaba mucho, que la amaba locamente. Rita lo acariciaba, sin el menor escrúpulo, tratándolo como tú, acariciando su cabello ensangrentado con la carne suave de su mano femenina. Y allí mismo, en presencia de la mujer, él, sólo quedaba besarlo con su boca, que con sus ojos lo devoraba con besos ardientes y sedientos.
Depois da meia-noite dada, ela e Piedade ficaram sozinhas velando o
enfermo. Deliberou-se que este iria pela manhã para a Ordem de Santo Antônio,
de que era irmão. E, com efeito, no dia imediato, enquanto o vendeiro e seu
bando andavam lá às voltas com a polícia, e o resto do cortiço formigava,
tagarelando em volta do conserto das tinas e jiraus, Jerônimo, ao lado da mulher
e da Rita, seguia dentro de um carro para o hospital.
Pasada la medianoche, ella y Piedade estaban solos cuidando al enfermo. Se decidió que por la mañana iría a la Orden de San Antonio, de la que era hermano. Y, en efecto, al día siguiente, mientras el posadero y su pandilla corrían con la policía, y el resto del inquilinato pululaba, charlando sobre la reparación de las tinas y los desvanes, Jerónimo, junto a su mujer y Rita, lo seguían en un coche al hospital.
As duas só voltaram de lá à noite, caindo de fadiga. De resto, toda a
estalagem estava igualmente prostrada e morrendo pela cama, se bem que nesse
dia as lavadeiras em geral gazeassem o trabalho; as que tinham roupa com mais
pressa foram lavar fora ou arrastaram bacias de banho para debaixo das bicas, à
falta de melhor vasilha para o serviço. Discutiu-se a campanha da véspera sem
variar o assunto. Aqui era um que lembrava as suas proezas com os urbanos,
descrevendo entusiasmado os pormenores da luta; ali, outro repetia, cheio de
empáfia, os desaforos que dissera depois nas bochechas da autoridade; mais
adiante trocavam-se queixas e recriminações; cada qual, mulheres e homens,
sofrera o seu prejuízo. ou a sua arranhadura, e mostravam entre si, numa febre
de indignação, os objetos partidos ou a parte do corpo escoriada.
Los dos solo regresaron de allí por la noche, colapsando por el cansancio. Por lo demás, toda la posada estaba igualmente postrada y moribunda por la cama, aunque ese día las lavanderas generalmente faltaban al trabajo; los que tenían la ropa apurada salían a lavarse o arrastraban palanganas bajo los grifos, a falta de mejor vasija para el servicio. Se habló de la campaña del día anterior sin cambiar de tema. Aquí estaba uno que recordaba sus hazañas con los urbanitas, describiendo con entusiasmo los detalles de la lucha; allí, otro repitió, lleno de arrogancia, los insultos que luego profirió en las mejillas de la autoridad; más adelante se intercambiaron quejas y recriminaciones; cada uno, mujeres y hombres, sufrirá su pérdida. o su rasguño, y se mostraban, en un arrebato de indignación, los objetos rotos o la parte magullada del cuerpo.
Mas às nove da noite já não havia viva alma no pátio da estalagem. A venda
fechou-se um pouco mais cedo que de costume. Bertoleza atirou-se ao colchão,
estrompada; João Romão recolheu-se junto dela, porem não conseguiu dormir;
sentia calafrios e pontadas na cabeça. Chamou pela amiga, a gemer, e pediu-lhe
que lhe desse alguma coisa para suar. Supunha estar com febre.
A crioula só descansou quando, muitas horas adiante, depois de mudar-lhe a
roupa, o viu pegar no sono; e daí a pouco, às quatro da madrugada, erguia-se ela,
com estalos de juntas, a bocejar, fungando no seu estremunhamento pesadão, e
pigarreando forte. Acordou o caixeiro para ir ao mercado; gargarejou um pouco
d’água à torneira da cozinha e foi fazer fogo para o café dos trabalhadores,
riscando fósforos e acendendo cavacos num fogareiro, donde começaram a
borbotar grossos novelos de fumo espesso.
Pero a las nueve no había un alma en el patio de la posada. La venta se cerró un poco antes de lo habitual. Bertoleza se tiró sobre el colchón, destrozada; João Romão se retiró a su lado, pero no pudo dormir; Sentí escalofríos y dolores en la cabeza. Llamó a su amiga, gimiendo, y le pidió que le diera algo para sudar. Supuso que tenía fiebre. La criolla sólo descansó cuando, muchas horas después, después de cambiarse de ropa, lo vio dormirse; y al rato, a las cuatro de la mañana, se levantaba, con las articulaciones crujiendo, bostezando, lloriqueando en su pesado sueño, y carraspeando ruidosamente. Despertó al dependiente para ir al mercado; Hizo gárgaras con agua en el grifo de la cocina y fue a hacer fuego para el café de los trabajadores, encendiendo fósforos y encendiendo astillas en una estufa, de la que comenzaron a salir gruesos zarcillos de humo espeso.
Lá fora clareava já, e a vida renascia no cortiço. A luta de todos os dias
continuava, como se não houvera interrupção. Principiava o burburinho. Aquela
noite bem dormida punha-os a todos de bom humor.
Pombinha, entretanto, nessa manhã acordara abatida e nervosa, sem animo
de sair dos lençóis. Pediu café à mãe, bebeu, e tornou a abraçar-se nos
travesseiros, escondendo o rosto.
— Não te sentes melhor hoje, minha filha?... perguntou-lhe Dona Isabel,
apalpando-lhe a testa. Febre não tens.
— Ainda sinto o corpo mole... mas não é nada... isto passa!...
— Foi de tanto gelo, que tomaste em casa de madama!... Não te dizia?...
Agora, o melhor é dar-te um escalda-pés!...
— Não, não, por amor de Deus! Daqui a pouco estou em pé!
Afuera ya era de día y la vida renacía en el conventillo. La lucha cotidiana continuó, como si no hubiera habido interrupción. El zumbido comenzó. Esa noche bien dormida los puso a todos de buen humor. Pombinha, sin embargo, se había despertado esa mañana sintiéndose abatida y nerviosa, sin ganas de levantarse de la cama. Le pidió café a su madre, se lo bebió y se acurrucó de nuevo entre las almohadas, escondiendo su rostro. "¿No te encuentras mejor hoy, querida?", preguntó doña Isabel tocándose la frente. No tienes fiebre. — Mi cuerpo todavía se siente fláccido... pero no es nada... ¡ya pasará!... — ¡Fue por tanto hielo, te lo tomaste en casa de la señora!... ¿No te lo dije?. .. ¡Ahora, mejor te damos un pediluvio!... —¡No, no, por Dios! ¡Me levantaré pronto!
Às oito horas, com efeito, levantava-se e fazia, indolentemente, o alinho da
cabeça, defronte do seu modesto lavatório de ferro. Dir-se-ia sem forças para a
menor coisa; toda ela transpirava uma contemplativa melancolia de
convalescente; havia uma doce expressão dolorosa na limpidez cristalina de seus
olhos de moça enferma; um pobre sorriso pálido a entreabrir-lhe as pétalas da
boca, sem lhe alegrar os lábios, que pareciam ressequidos à mingua de beijos de
amor; assim delicada planta murcha, languesce e morre, se carinhosa borboleta
não vai sacudir sobre ela as asas prenhes de fecundo e dourado pólen.
O passeio à casa de Léonie fizera-lhe muito mal. Trouxe de lá impressões de
íntimos vexames, que nunca mais se apagariam por toda a sua vida.
A las ocho, en efecto, se levantó y enderezó ociosamente la cabeza frente a su modesto lavabo de hierro. Se diría sin fuerza para la cosa más pequeña; toda ella exudaba la contemplativa melancolía de una convaleciente; había una expresión dulce y dolorosa en la claridad cristalina de sus ojos de niña enferma; una pobre y pálida sonrisa entreabriendo los pétalos de su boca, sin alegrar sus labios, que parecían resecos por la falta de besos de amor; una planta tan delicada se marchita, languidece y muere, a menos que la afectuosa mariposa agite sobre ella sus alas preñadas de fértil y dorado polen. El viaje a casa de Léonie le había hecho mucho daño. Trajo impresiones de vejaciones íntimas, que nunca más se borrarían a lo largo de su vida.
A cocote recebeu-a de braços abertos, radiante com apanhá-la junto de si,
naqueles divãs fofos e traidores, entre todo aquele luxo extravagante e
requintado próprio para os vícios grandes. Ordenou à criada que não deixasse
entrar ninguém, ninguém, nem mesmo o Bebê, e assentou-se ao lado da menina,
bem juntinho uma da outra, tomando-lhe as mãos, fazendo-lhe uma infinidade
de perguntas, e pedindo-lhe beijos, que saboreava gemendo, de olhos fechados.
Dona Isabel suspirava também, mas de outro modo; na sua parva
compreensão do conforto, aqueles impertinentes espelhos, aqueles móveis
casquilhos e aquelas cortinas escandalosas arrancavam-lhe saudosas recordações
do bom tempo e avivavam a sua impaciência por melhor futuro.
Ai! assim Deus quisesse ajudá-la!...
La cocotte la recibió con los brazos abiertos, regocijada de tenerla a su lado, en aquellos blandos y traidores lechos, en medio de todo ese lujo extravagante y refinado propio de los grandes vicios. Ordenó a la criada que no dejara entrar a nadie, a nadie, ni siquiera a la Bebé, y se sentó al lado de la niña, muy cerca uno del otro, tomándola de las manos, haciéndole infinidad de preguntas y pidiéndole besos. saboreaba gemir, con los ojos cerrados. Doña Isabel también suspiró, pero de otra manera; en su estúpida comprensión de la comodidad, esos espejos impertinentes, esas pantallas de lámparas y esas cortinas escandalosas le arrancaron melancólicos recuerdos de los buenos tiempos y agudizaron su impaciencia por un futuro mejor. ¡Allá! entonces Dios quiso ayudarla!...
Às duas da tarde, Léonie, por sua própria mão serviu às visitas um pequeno
lanche de foie-gras, presunto e queijo, acompanhado de champanha, gelo e água
de Seltz, e, sem se descuidar um instante da rapariga, tinha para ela extremas
solicitudes de namorado; levava-lhe a comida à boca, bebia do seu copo,
apertava-lhe os dedos por debaixo da mesa.
Depois da refeição, Dona Isabel, que não estava habituada a tomar vinho,
sentiu vontade de descansar o corpo; Léonie franqueou-lhe um bom quarto, com
boa cama, e, mal percebeu que a velha dormia, fechou a porta pelo lado de fora,
para melhor ficar em liberdade com a pequena.
Bem! Agora estavam perfeitamente a sós!
A las dos de la tarde, Léonie, por su propia mano, sirvió a los visitantes un pequeño almuerzo a base de foie-gras, jamón y queso, acompañado de champán, hielo y agua Seltz, y, sin descuidar ni un momento a la niña, tomó medidas extremas. para ella solicitudes de novio; Le llevé la comida a la boca, bebí de su vaso, le apreté los dedos por debajo de la mesa. Después de la comida, doña Isabel, que no estaba acostumbrada a beber vino, sintió ganas de descansar el cuerpo; Léonie le dio una buena habitación, con una buena cama, y, en cuanto se dio cuenta de que la anciana dormía, cerró la puerta por fuera, para estar mejor libre con la pequeña. ¡Bien! ¡Ahora estaban perfectamente solos!
— Vem cá, minha flor!... disse-lhe, puxando-a contra si e deixando-se cair
sobre um divã. Sabes? Eu te quero cada vez mais!... Estou louca por ti!
E devorava-a de beijos violentos, repetidos, quentes, que sufocavam a
menina, enchendo-a de espanto e de um instintivo temor, cuja origem a
pobrezinha, na sua simplicidade, não podia saber qual era.
A cocote percebeu o seu enleio e ergueu-se, sem largar-lhe a mão.
— Descansemos nós também um pouco... propôs, arrastando-a para a
alcova.
Pombinha assentou-se, constrangida, no rebordo da cama e, toda perplexa,
com vontade de afastar-se, mas sem animo de protestar, por acanhamento,
tentou reatar o fio da conversa, que elas sustentavam um pouco antes, à mesa,
em presença de Dona Isabel. Léonie fingia prestar-lhe atenção e nada mais fazia
do que afagar-lhe a cintura, as coxas e o colo. Depois, como que distraidamente,
começou a desabotoar-lhe o corpinho do vestido.
"¡Ven aquí, mi flor!", dijo, atrayéndola hacia él y dejándose caer en un diván. ¿Sabes? ¡Te quiero cada vez más!... ¡Estoy loco por ti! Y la devoró con besos violentos, repetidos, ardientes, que asfixiaron a la niña, llenándola de asombro y de un miedo instintivo, cuyo origen la pobre niña, en su simpleza, no supo cuál era. La cocotte se dio cuenta de su apuro y se levantó, sin soltarle la mano. — Descansemos un poco también... propuso él, arrastrándola hacia la alcoba. Pombinha se sentó, avergonzada, en el borde de la cama y, completamente perpleja, queriendo alejarse, pero sin ánimos de protestar, por timidez, trató de retomar el hilo de la conversación, que venían manteniendo desde hacía un rato. mientras antes, en la mesa, en presencia de Isabel. Léonie fingió prestarle atención y no hizo más que acariciarle la cintura, los muslos y el pecho. Luego, como distraídamente, comenzó a desabotonar el corpiño de su vestido.
— Não! Para quê!... Não quero despir-me...
— Mas faz tanto calor... Põe-te a gosto...
— Estou bem assim. Não quero!
— Que tolice a tua...! Não vês que sou mulher, tolinha?... De que tens
medo?... Olha! Vou dar exemplo!
E, num relance, desfez-se da roupa, e prosseguiu na campanha.
A menina, vendo-se descomposta, cruzou os braços sobre o seio, vermelha
de pudor.
— Deixa! segredou-lhe a outra, com os olhos envesgados, a pupila trêmula.
E, apesar dos protestos, das súplicas e até das lágrimas da infeliz,
arrancou-lhe a última vestimenta, e precipitou-se contra ela, a beijar-lhe todo o
corpo, a empolgar-lhe com os lábios o róseo bico do peito.
— Oh! Oh! Deixa disso! Deixa disso! reclamava Pombinha estorcendo-se
em cócegas, e deixando ver preciosidades de nudez fresca e virginal, que
enlouqueciam a prostituta.
— Que mal faz?... Estamos brincando...
— Não! Não! balbuciou a vitima, repelindo-a.
- ¡No! ¡Para qué!... No quiero desvestirme... —Pero hace tanto calor... Ponte cómoda... —Estoy bien así. ¡No quiero! "¡Qué tonto de tu parte...!" ¿No ves que soy una mujer, tonta?... ¿De qué tienes miedo?... ¡Mira! ¡Seré un ejemplo! Y, en un santiamén, se deshizo de la ropa y siguió con la campaña. La niña, al verse alterada, cruzó los brazos sobre el pecho, roja de vergüenza. - ¡Él se va! susurró la otra, con los ojos cruzados, la pupila temblorosa. Y, a pesar de sus protestas, súplicas e incluso lágrimas, le arrancó la última prenda y se abalanzó sobre ella, besándola por todo el cuerpo, engullendo su rosado pezón con sus labios. -¡Oh! ¡Oh! ¡Deja eso! ¡Deja eso! se quejaba Pombinha, retorciéndose y haciéndose cosquillas, y dejando al descubierto preciosas piezas de desnudez fresca y virginal, que enloquecía a la prostituta. "¿Cuál es el problema?... Estamos bromeando..." "¡No!" ¡No! tartamudeó la víctima, repeliéndola.
— Sim! Sim! insistiu Léonie, fechando-a entre os braços, como entre duas
colunas; e pondo em contacto com o dela todo o seu corpo nu.
Pombinha arfava, relutando; mas o atrito daquelas duas grossas pomas
irrequietas sobre seu mesquinho peito de donzela impúbere e o rogar vertiginoso
daqueles cabelos ásperos e crespos nas estações mais sensitivas da sua
feminilidade, acabaram por foguear-lhe a pólvora do sangue, desertando-lhe a
razão ao rebate dos sentidos.
- ¡Sí! ¡Sí! -insistió Léonie, estrechándola entre sus brazos, como entre dos pilares; y poniendo todo su cuerpo desnudo en contacto con el de ella. Paloma jadeó, de mala gana; pero el roce de esos dos gruesos pompones inquietos sobre su mezquino pecho de doncella preadolescente y el vertiginoso rogar de esos cabellos ásperos y encrespados en las estaciones más sensibles de su feminidad, terminaron por encender la pólvora de su sangre, abandonando su razón a la reprensión de sus emociones sentidos.
Agora, espolinhava-se toda, cerrando os dentes, fremindo-lhe a carne em
crispações de espasmo; ao passo que a outra, por cima, doida de luxúria,
irracional, feroz, revoluteava, em corcovos de égua, bufando e relinchando.
E metia-lhe a língua tesa pela boca e pelas orelhas, e esmagava-lhe os olhos
debaixo dos seus beijos lubrificados de espuma, e mordia-lhe o lóbulo dos
ombros, e agarrava-lhe convulsivamente o cabelo, como se quisesse arrancá-lo
aos punhados. Até que, com um assomo mais forte, devorou-a num abraço de
todo o corpo, ganindo ligeiros gritos, secos, curtos, muito agudos, e afinal
desabou para o lado, exânime, inerte, os membros atirados num abandono de
bêbedo, soltando de instante a instante um soluço estrangulado.
Ahora, se restregaba por todas partes, apretando los dientes, estremeciéndose la carne en convulsiones de espasmo; mientras el otro, arriba, loco de lujuria, irracional, feroz, daba vueltas, en gibas de yegua, resoplando y relinchando. Y le metió la lengua tiesa en la boca y en los oídos, y le aplastó los ojos bajo sus besos lubricados con espuma, y le mordió el lóbulo de los hombros, y le agarró convulsivamente los cabellos, como si quisiera arrancarlos a puñados. Hasta que, con un aliento más fuerte, la devoró en un abrazo de todo su cuerpo, lanzando gritos leves, secos, cortos, muy agudos, y finalmente se derrumbó a un lado, sin vida, inerte, sus miembros arrojados en un abandono ebrio. , de instante en instante un sollozo ahogado.
A menina voltara a si e torcera-se logo em sentido contrário à adversária,
cingindo-se rente aos travesseiros e abafando o seu pranto, envergonhada e
corrida.
A impudica, mal orientada ainda e sem conseguir abrir os olhos, procurou
animá-la, ameigando-lhe a nuca e as espáduas. Mas Pombinha parecia
inconsolável, e a outra teve de erguer-se a meio e puxá-la como uma criança
para o seu colo, onde ela foi ocultando o rosto, a soluçar baixinho.
— Não chores assim, meu amor!...
Pombinha continuou a soluçar.
— Vamos! Não quero ver-te deste modo!... Estás zangada comigo?...
— Não volto mais aqui! nunca mais! exclamou por fim a donzela,
desgalgando o leito para vestir-se.
La niña volvió en sí e inmediatamente se giró en dirección opuesta a su oponente, abrazándose contra las almohadas y ahogando sus lágrimas, avergonzada y corriendo. La descarada mujer, todavía descarriada y sin poder abrir los ojos, trató de animarla acariciando su cuello y hombros. Pero Pombinha parecía desconsolada, y la otra tuvo que levantarse a medias y llevarla como a una niña a su regazo, donde escondió su rostro, sollozando suavemente. "¡No llores así, mi amor!..." El palomino seguía sollozando. - ¡Vamos! ¡No quiero verte así!... ¿Estás enojado conmigo?... —¡Aquí no voy a volver! ¡nunca más! exclamó la doncella al fin, deslizándose fuera de la cama para vestirse.
— Vem cá! Não sejas ruim! Ficarei muito triste se estiveres mal com a tua
negrinha!... Anda! Não me feches a cara!...
— Deixe-me!
— Vem cá, Pombinha!
— Não vou! Já disse!
E vestia-se com movimentos de raiva. Léonie saltara para junto dela e
pôs-se a beijar-lhe, à força. os ouvidos e o pescoço, fazendo se muito humilde,
adulando-a, comprometendo-se a ser sua escrava, e obedecer-lhe como um
cachorrinho, contanto que aquela tirana não se fosse assim zangada.
— Faço tudo! tudo! mas não fiques mel comigo! Ah! se soubesse como eu
te adoro!...
— Não sei! Largue-me!...
— Espera!
— Que amolação! Oh!
— Deixa de tolice!... Escuta, por amor de Deus!
- ¡Ven aquí! ¡No seas malo! ¡Me pondré muy triste si te llevas mal con tu hijita!... ¡Vamos! ¡No me frunzas el ceño!... —¡Déjame en paz! "¡Ven aquí, palomita!" - ¡No voy! ¡Ya dije! Y vestía con movimientos de enfado. Léonie saltó a su lado y comenzó a besarla con fuerza. orejas y cuello, haciéndose muy humilde, halagándola, prometiendo ser su esclava, y obedeciéndola como un cachorro, con tal de que aquel tirano no se enfadara tanto. - ¡Yo hago todo! ¡todo! ¡pero no seas cariño conmigo! ¡Oh! ¡Si supieras cuánto te adoro!... —¡No sé! ¡Suéltame!... - ¡Espera! "¡Qué molestia!" ¡Oh! "¡No seas tonto!... ¡Escucha, por el amor de Dios!"
Pombinha acabava de encasar o último botão do corpinho, e repuxava o
pescoço e sacudia os braços, ajustando bem a sua roupa ao corpo. Mas Léonie
caíra-lhe aos pés, enleando-a pelas pernas e beijando-lhe as saias.
— Olha!... Ouve!... — Deixa-me sair!
— Não! não hás de ir zangada, ou faço aqui um escândalo dos diabos! — E
que mamãe já acordou com certeza!...
— Que acordasse!
Agora a meretriz defendia a porta da alcova.
— Oh! meu Deus! Deixe-me sair!
— Não deixo, sem fazermos as pazes...
— Que aborrecimento!
— Dá-me um beijo!
— Não dou!
— Pois então não sais!
— Eu grito!
— Pois grita! Que me importa!
— Arrede-se daí, por favor!...
— Faz as pazes...
— Não estou zangada, creia! Estou é indisposta... Não me sinto boa!
— Mas eu faço questão do beijo!
— Pois bem! Está ai!
E beijou-a.
— Não quero assim! Foi dado de má vontade!...
Pombinha había terminado de coser el último botón de su cuerpecito, y tiraba de su cuello y agitaba sus brazos, ajustando bien la ropa a su cuerpo. Pero Léonie había caído a sus pies, envolviendo sus brazos alrededor de sus piernas y besando sus faldas. — ¡Mira!... ¡Escucha!... — ¡Déjame salir! - ¡No! ¡No debes enojarte, o haré un gran escándalo aquí! —¡Y que mamá ya despertó seguro!... —¡Que despertaría! Ahora la ramera defendía la puerta de la alcoba. -¡Oh! ¡Dios mio! ¡Déjame salir! — No te dejaré, sin hacer las paces... — ¡Qué fastidio! - ¡Dame un beso! - ¡No doy! "Bueno, entonces, ¡no salgas!" - ¡Yo grito! — ¡Pues grita! ¡Y a mi que me importa! —¡Aléjate de ahí, por favor!... —Haz las paces... —¡No estoy enojado, créeme! Estoy indispuesto... ¡No me siento bien! — ¡Pero insisto en el beso! - ¡Pues bien! ¡Estás ahi! Y la besó. "¡No lo quiero de esa manera!" ¡Fue dado de mala gana!
Pombinha deu-lhe outro.
— Ah! Agora bem! Espera um nada! Deixa arranjar-me! É um instante!
Em três tempos, lavou-se ligeiramente no bidê, endireitou o penteado
defronte do espelho, num movimento rápido de dedos, e empoou-se,
perfumou-se, e enfiou camisa, anágua e penteador, tudo com uma expedição de
quem está habituada a vestir-se muitas vezes por dia. E, pronta, correu uma vista
de olhos pela menina, desenrugou-lhe a saia, consertou-lhe melhor os cabelos e,
readquirindo o seu ar tranqüilo de mulher ajuizada, tomou-a pela cintura e
levou-a vagarosamente até à sala de jantar, para tomarem vermute com gasosa.
O jantar foi às seis e meia. Correu frio, não tanto por parte de Pombinha,
que aliás se mostrava bem incomodada, como porque Dona Isabel, dormindo até
o momento de a chamarem para mesa, sentia-se aziada com o foie-gras. A dona
da casa, todavia, não se forrou a desvelos e fez por alegrá-las rindo e contando
anedotas burlescas. Ao café apareceu Juju, que a criada levara a passear desde
logo depois do almoço, e uma afetação de agrados levantou-se em torno da
pequerrucha. Léonie pôs-se a conversar com ela, falando como criança,
dizendo-lhe que mostrasse a Dona Isabel “o seu papatinho novo!”
Mais tarde, no terraço, enquanto fumava um cigarro, tomou a mão de
Pombinha e meteu-lhe no dedo um anel com um diamante cercado de pérolas. A
menina recusou o mimo, formalmente. Foi preciso a intervenção da velha para
que ela consentisse em aceitá-lo.
Paloma le dio otro. - ¡Oh! ¡Ahora bien! ¡Espera un minuto! ¡Déjame arreglarlo! ¡Es un instante! En tres tiempos, se lavó suavemente en el bidé, se alisó el cabello frente al espejo, en un rápido movimiento de sus dedos, y se empolvó, perfumó, se puso la camisa, la enagua y el peinado, todo con la expedición de alguien. que está acostumbrado a vestirse muchas veces al día. Y, lista, miró a la muchacha, le desarrugó la falda, le arregló mejor el pelo y, recobrando su aire sereno de mujer sensata, la tomó por la cintura y la condujo lentamente al comedor, a tomar vermú con soda. La cena era a las seis y media. Hacía frío, no tanto por parte de Pombinha, que en realidad estaba bastante incómoda, cuanto porque doña Isabel, durmiendo hasta la hora de llamarla a la mesa, se sentía agria con el foie gras. La dueña de la casa, sin embargo, no se detuvo y los hizo felices riendo y contando anécdotas burlescas. Juju apareció en el café, a quien la criada había sacado a pasear después del almuerzo, y una afectación de bromas se alzó en torno al pequeño. Léonie empezó a hablar con ella, hablando como un niño, diciéndole que le mostrara a doña Isabel “¡su nuevo bebé!”. Más tarde, en la terraza, mientras fumaba un cigarrillo, tomó la mano de Pombinha y deslizó un anillo de diamantes rodeado de perlas en su dedo. La niña rechazó formalmente el regalo. Hizo falta la intervención de la anciana para que ella consintiera en aceptarlo.
Às oito horas retiraram-se as visitas, seguindo direitinho para a estalagem.
Durante toda a viagem Pombinha parecia preocupada e triste.
— Que tens tu?... perguntou-lhe a mãe duas vezes.
E de ambas a filha respondeu:
— Nada! Aborrecimento...
No pouco que dormiu essa noite, que foi a do baralho com a polícia, teve
sonhos agitados e passou mal todo o dia seguinte, com molezas de febre e dores
no útero. Não arredou pé de casa, nem para ver os destroços do conflito. A
noticia do defloramento e da fuga de Florinda, como a da loucura da velha
Marciana, produziu-lhe grande abalo nos nervos.
Na manhã imediata, a despeito de fazer-se forte, torceu o nariz ao pobre
almoço que Dona Isabel lhe apresentou carinhosa. Persistiam-lhe as dores
uterinas, não vivas, mas constantes. Não teve animo de pegar na costura, e um
livro que ela tentou ler, foi por várias vezes repelido.
As onze para o meio-dia era tal o seu constrangimento e era tal o seu
desassossego entre as apertadas paredes do número 15, que, malgrado os
protestos da velha, saiu a dar uma volta por detrás do cortiço, à sombra dos
bambus e das mangueiras.
A las ocho en punto los visitantes se fueron, dirigiéndose directamente a la posada. Durante todo el viaje, Pombinha se mostró preocupada y triste. "¿Qué te pasa?", le preguntó su madre dos veces. Y de ambos contestó la hija: —¡Nada! Molestia... En el poco sueño que tuvo esa noche, que fue jugando a las cartas con la policía, tuvo sueños inquietos y se sintió enferma todo el día siguiente, con dolencias febriles y dolores en el útero. No salió de casa, ni siquiera para ver los restos del conflicto. La noticia del desfloramiento y la huida de Florinda, como la de la locura de la vieja Marciana, le produjo un gran sobresalto en los nervios. A la mañana siguiente, a pesar de hacerse fuerte, se burló del pobre almuerzo que doña Isabel le obsequió cariñosamente. Los dolores uterinos persistieron, no agudos, pero constantes. No tuvo el coraje de dedicarse a la costura, y un libro que intentó leer fue rechazado varias veces. A las once menos medio día estaba tan avergonzado e intranquilo entre los estrechos muros del número 15 que, a pesar de las protestas de la anciana, salió a caminar detrás del conventillo, a la sombra de los bambúes y los árboles de mangueras.
Uma irresistível necessidade de estar só, completamente só, uma aflição de
conversar consigo mesma, a apartava no seu estreito quarto sufocante, tão
tristonho e tão pouco amigo. Pungia-lhe na brancura da alma virgem um
arrependimento incisivo e negro das torpezas da antevéspera; mas, lubrificada
por essa recordação, toda a sua carne ria e rejubilava-se, pressentindo delicias
que lhe pareciam reservadas para mais tarde, junto de um homem amado, dentro
dela balbuciavam desejos, até ai mudos e adormecidos; e mistérios
desvendavam-se no segredo do seu corpo, enchendo-a de surpresa e
mergulhando-a em fundas concentrações de êxtase. Um inefável quebranto
afrouxava-lhe a energia e distendia-lhe os músculos com uma embriaguez de
flores traiçoeiras.
Una necesidad irresistible de estar sola, completamente sola, una aflicción de hablar consigo misma, la mantenía apartada de su estrecho cuarto asfixiante, tan triste y tan hostil. En la blancura de su alma virginal le traspasó un incisivo y negro pesar por la bajeza de la víspera; pero, lubricada por ese recuerdo, toda su carne reía y se regocijaba, sintiendo delicias que le parecían reservadas para después, junto a un hombre amado, dentro de ella, deseos, hasta entonces mudos y adormecidos, balbuceando dentro de ella; y misterios se desvelaron en el secreto de su cuerpo, llenándola de sorpresa y sumergiéndola en profundas concentraciones de éxtasis. Un frenesí inefable minaba su energía y tensaba sus músculos con la embriaguez de las flores traicioneras.
Não pôde resistir: assentou-se debaixo das árvores, um cotovelo em terra, a
cabeça reclinada contra a palma da mão.
Na doce tranqüilidade daquela sombra morna, ouvia-se retinir distante a
picareta dos homens da pedreira e o martelo dos ferreiros na forja. E o canto dos
trabalhadores ora mais claro, ora mais duvidoso, acompanhando o marulhar dos
ventos, ondeava no espaço, melancólico e sentido, como um coro religioso de
penitentes.
O calor tirava do capim um cheiro sensual.
A moça fechou as pálpebras, vencida pelo seu delicioso entorpecimento, e
estendeu-se de todo no chão, de barriga para o ar, braços e pernas abertas.
Adormeceu.
No pudo resistirse: se sentó bajo los árboles, con un codo en el suelo, la cabeza apoyada en la palma de la mano. En la dulce tranquilidad de esa cálida sombra, se oía resonar a lo lejos el pico de las canteras y el martillo de los herreros en la fragua. Y el canto de los trabajadores, a veces más claro, a veces más dudoso, siguiendo el sonido de los vientos, ondeaba en el espacio, melancólico y sentido, como un coro religioso de penitentes. El calor hacía que la hierba oliera sensual. La muchacha cerró los párpados, vencida por su delicioso entumecimiento, y se tendió completamente en el suelo, boca arriba, brazos y piernas abiertos. El se quedó dormido.
Começou logo a sonhar que em redor ia tudo se fazendo de um cor-de-rosa,
a princípio muito leve e transparente, depois mais carregado, e mais, e mais, até
formar-se em torno dela uma floresta vermelha, cor de sangue, onde largos
tinhorões rubros se agitavam lentamente.
E viu-se nua, toda nua, exposta ao céu, sob a tépida luz de um sol
embriagador, que lhe batia de chapa sobre os seios.
Mas, pouco a pouco, seus olhos, posto que bem abertos, nada mais
enxergavam do que uma grande claridade palpitante, onde o sol, feito de uma só
mancha reluzente, oscilava como um pêndulo fantástico.
Entretanto, notava que, em volta da sua nudez alourada pela luz, iam-se
formando ondulantes camadas sangüíneas, que se agitavam, desprendendo
aromas de flor. E, rodando o olhar, percebeu, cheia de encantos, que se achava
deitada entre pétalas gigantescas, no regaço de uma rosa interminável, em que
seu corpo se atufava como em ninho de veludo carmesim, bordado de ouro, fofo,
macio, trescalante e morno.
Inmediatamente comenzó a soñar que todo a su alrededor se volvía rosa, al principio muy ligero y transparente, luego más y más pesado, hasta que se formó a su alrededor un bosque rojo, color sangre, donde grandes espinas rojas se agitaban lentamente. . Y se vio desnuda, completamente desnuda, expuesta al cielo, bajo la cálida luz de un sol embriagador, que le golpeaba los senos. Pero, poco a poco, sus ojos, aunque abiertos de par en par, no veían más que una gran luz palpitante, donde el sol, hecho de un solo punto brillante, oscilaba como un péndulo fantástico. Mientras tanto, notó que, alrededor de su desnudez, dorada a la luz, se formaban ondulantes capas de sangre, que se agitaban, despidiendo el olor de una flor. Y, volviendo la mirada, se dio cuenta, llena de encantamientos, de que se encontraba tendida entre gigantescos pétalos, en el regazo de una rosa interminable, en la que su cuerpo se hinchaba como en un nido de terciopelo carmesí, bordado de oro, esponjoso, suave. , brillante y cálido.
E suspirando, espreguiçou-se toda num enleio de volúpia ascética.
Lá do alto o sol a fitava obstinadamente, enamorado das suas mimosas
formas de menina.
Ela sorriu para ele, requebrando os olhos, e então o fogoso astro tremeu e
agitou-se, e, desdobrando-se, abriu-se de par em par em duas asas e principiou a
fremir, atraído e perplexo. Mas de repente, nem que se de improviso lhe
inflamassem os desejos, precipitou-se lá de cima agitando as asas, e veio,
enorme borboleta de fogo, adejar luxuriosamente em torno da imensa rosa, em
cujo regaço a virgem permanecia com os peitos franqueados.
E a donzela, sempre que a borboleta se aproximava da rosa, sentia-se
penetrar de um calor estranho, que lhe acendia, gota a gota, todo o seu sangue de
moça.
Y suspirando, se estiró por completo en un aturdimiento de voluptuosidad ascética. Desde arriba, el sol la miraba obstinadamente, enamorado de su delicada forma de niña. Ella le sonrió, entrecerrando los ojos, y luego el orbe de fuego tembló y se agitó, y desplegándose, se abrió en dos alas y comenzó a temblar, atraído y perplejo. Pero de repente, aunque sus deseos se encendieran de repente, se precipitó desde lo alto, batiendo sus alas, y vino, enorme mariposa de fuego, a revolotear lujuriosamente alrededor de la inmensa rosa, en cuyo regazo la virgen quedó con los senos abiertos. . Y la doncella, cada vez que la mariposa se acercaba a la rosa, sentía penetrarla un extraño calor, que encendía, gota a gota, toda su sangre de niña.
E a borboleta, sem parar nunca, doidejava em todas as direções ora fugindo
rápida, ora se chegando lentamente, medrosa de tocar com as suas antenas de
brasa a pele delicada e pura da menina.
Esta, delirante de desejos, ardia por ser alcançada e empinava o colo. Mas a
borboleta fugia.
Uma sofreguidão lúbrica, desensofrida, apoderou-se da moça; queria a todo
custo que a borboleta pousasse nela, ao menos um instante, um só instante, e a
fechasse num rápido abraço dentro das suas asas ardentes. Mas a borboleta,
sempre doida, não conseguia deter-se; mal se adiantava, fugia logo, irrequieta,
desvairada de volúpia.
— Vem! Vem! suplicava a donzela, apresentando o corpo. Pousa um
instante em mim! Queima-me a carne no calor das tuas asas!
E a rosa, que tinha ao colo, é que parecia falar e não ela. De cada vez que a
borboleta se avizinhava com as suas negaças, a flor arregaçava-se toda,
dilatando as pétalas, abrindo o seu pistilo vermelho e ávido daquele contato com
a luz.
Y la mariposa, sin detenerse, revoloteaba en todas direcciones, ya huyendo deprisa, ya acercándose lentamente, temerosa de tocar con sus antenas de brasa la piel delicada y pura de la muchacha. Ésta, delirante de deseos, ardía por ser alcanzada y abrazada a su regazo. Pero la mariposa escapó. Un entusiasmo lúbrico e insensible se apoderó de la muchacha; Quería a toda costa que la mariposa se posara sobre ella, al menos por un instante, sólo un instante, y la cerrara en un rápido abrazo entre sus alas ardientes. Pero la mariposa, siempre loca, no podía parar; en cuanto se le adelantó, inmediatamente huyó, inquieta, frenética de voluptuosidad. - ¡Él viene! ¡Él viene! suplicó la doncella, presentando su cuerpo. ¡Tómate un momento para mí! ¡Quema mi carne en el calor de tus alas! Y la rosa, que tenía en el regazo, parecía hablar y no ella. Cada vez que la mariposa se acercaba con sus negaciones, la flor se enrollaba sobre sí misma, dilatando sus pétalos, abriendo su pistilo rojo y ansiosa por ese contacto con la luz.
— Não fujas! Não fujas! Pousa um instante!
A borboleta não pousou; mas, num delírio, convulsa de amor, sacudiu as
asas com mais ímpeto e uma nuvem de poeira dourada desprendeu-se sobre a
rosa, fazendo a donzela soltar gemidos e suspiros, tonta de gosto sob aquele
eflúvio luminoso e fecundante.
Nisto, Pombinha soltou um ai formidável e despertou sobressaltada, levando
logo ambas as mãos ao meio do corpo. E feliz, e cheia de susto ao mesmo
tempo, a rir e a chorar, sentiu o grito da puberdade sair-lhe afinal das entranhas,
em uma onda vermelha e quente.
A natureza sorriu-se comovida. Um sino, ao longe, batia alegre as doze
badaladas do meio-dia. O sol, vitorioso, estava a pino e, por entre a copagem
negra da mangueira, um dos seus raios descia em fio de ouro sobre o ventre da
rapariga, abençoando a nova mulher que se formava para o mundo.
- ¡No huyas! ¡No huyas! ¡Toma un descanso! La mariposa no aterrizó; pero, en un delirio, convulsionada de amor, sacudió sus alas con más ímpetu y una nube de polvo de oro cayó sobre la rosa, haciendo gemir y suspirar a la doncella, mareada de placer bajo aquel efluvio luminoso y fertilizador. Ante esto, Pombinha dejó escapar un dolor formidable y se despertó sobresaltada, llevándose inmediatamente ambas manos a la cintura. Y feliz, y asustada a la vez, riendo y llorando, sintió salir por fin de sus entrañas el grito de la pubertad, en una ola al rojo vivo. La naturaleza sonrió con emoción. Una campana, a lo lejos, tocaba alegremente las doce campanadas del mediodía. El sol, victorioso, estaba directamente arriba y, a través del dosel negro de la manguera, uno de sus rayos descendía en hilo de oro sobre el vientre de la niña, bendiciendo a la nueva mujer que se formaba para el mundo.