O Garnisé tinha bastante gente essa noite. Em volta de umas doze mesinhas
toscas, de pau, com uma coberta de folha-de-flandres pintada de branco fingindo
mármore, viam-se grupos de três e quatro homens, quase todos em mangas de
camisa, fumando e bebendo no meio de grande algazarra. Fazia-se largo
consumo de cerveja nacional, vinho virgem, parati e laranjinha. No chão coberto
de areia havia cascas de queijo-de-minas, restos de iscas de fígado, espinhas de
peixe, dando idéia de que ali não só se enxugava como também se comia. Com
efeito, mais para dentro, num engordurado bufete, junto ao balcão e entre as
prateleiras de garrafas cheias e arrolhadas, estava um travessão de assado com
batatas, um osso de presunto e vários pratos de sardinhas fritas.
El Garnisé tenía mucha gente esa noche. Alrededor de una docena de toscas mesas de madera, con una tapa de hojalata pintada de blanco para que pareciera mármol, había grupos de tres o cuatro hombres, la mayoría en mangas de camisa, fumando y bebiendo en medio de un gran bullicio. Hubo un amplio consumo de cerveza nacional, vino virgen, parati y naranja. En el piso cubierto de arena había cortezas de queso Minas, restos de cebos de hígado, huesos de pescado, dando la idea de que la gente no solo se secaba allí, sino que también se los comía. De hecho, más adentro, en un buffet grasiento, junto al mostrador y entre los estantes de botellas llenas y taponadas, había un plato de patatas asadas, un hueso de jamón y varios platos de sardinas fritas.
Dois candeeiros
de querosene lumiavam, encarvoando o teto. E de uma porta ao fundo, que
escondia o interior da casa com uma cortina de chita vermelha, vinha de vez em
quando uma baforada de vozes roucas, que parecia morrer em caminho, vencida
por aquela densa atmosfera cor de opala.
Dos lámparas de queroseno brillaban, ennegreciendo el techo. Y de una puerta del fondo, que ocultaba el interior de la casa con una cortina de percal rojo, salía de vez en cuando una ráfaga de voces roncas, que parecían morir en el camino, superadas por aquella densa atmósfera color ópalo.
O Pataca estacou a entrada, afetando grande bebedeira e procurando, com
disfarce, em todos os grupos, ver se descobria o Firmo. Não o conseguiu; mas
alguém, em certa mesa, lhe chamara a atenção, porque ele se dirigiu para lá. Era
uma mulatinha magra, mal vestida, acompanhada por uma velha quase cega e
mais um homem, inteiramente calvo, que sofria de asma e, de quando em
quando, abalava a mesa com um frouxo de tosse, fazendo dançar os copos.
O Pataca bateu no ombro da rapariga.
El Pataca se detuvo en la entrada, provocando una gran goma e intentando, disimuladamente, en todos los grupos, a ver si descubrían a Firmo. yo no lo hice; pero alguien, justo en la mesa, le había llamado la atención, porque estaba allí. Era una mulata esbelta y mal vestida, acompañada de una anciana de mentón leve y otro hombre, completamente calvo, que sufría de asma y, de vez en cuando, sacudía la mesa con un ataque de tos, haciendo bailar los jarrones. . El Pataca tocó a la niña en el hombro.
— Como vais tu, Florinda?
Ela olhou para ele, rindo; disse que ia bem, e perguntou-lhe como passava.
— Rola-se, filha. Tu que fim levaste? Há um par de quinze dias que te não
vejo!
— E mesmo. Desde que estou com seu Bento não tenho saído quase.
— Ah! disse o Pataca, estás amigada? Bom!...
— Sempre estive!
— ¿Cómo estás, Florinda? Ella lo miró, riéndose; dijo que estaba bien y le preguntó cómo estaba. “Date la vuelta, hija. ¿Con qué terminaste? ¡Hace un par de quince días que no te veo! - Es cierto. Desde que estoy con Seu Bento no salgo casi. - ¡Oh! dijo Pataca, eres amiga? ¡Bien!... —¡Siempre lo he sido!
E ela então, muito expansiva com a sua folga daquele domingo e com o seu
bocado de cerveja, contou que, no dia em que fugiu da estalagem, ficou na rua e
dormiu numas obras de uma casa em construção na Travessa da Passagem, e que
no seguinte oferecendo-se de porta em porta, para alugar-se de criada ou de
ama-seca, encontrou um velho solteiro e agimbado que a tomou ao seu serviço e
meteu-se com ela.
— Bom! muito bom! anuiu Pataca.
Mas o diabo do velho era um safado; dava-lhe muita coisa, dinheiro até,
trazia-a sempre limpa e de barriga cheia, sim senhor! mas queria que ela se
prestasse a tudo! Brigaram. E, como o vendeiro da esquina estava sempre a
chamá-la para casa, um belo dia arribou, levando o que apanhara ao velho.
— Estás então agora com o da venda?
Y luego ella, muy expansiva sobre su día libre ese domingo y su bocado de cerveza, contó que el día que se escapó de la posada, se quedó en la calle y durmió en un solar en construcción en una casa en construcción en Travessa da Passagem, y que al día siguiente, ofreciéndose de puerta en puerta para contratarse como criada o niñera, encontró a un anciano, soltero y acomodado, que la tomó a su servicio y se enredó con ella. - ¡Bien! ¡muy bien! asintió Pataca. Pero el viejo diablo era un bastardo; Le di mucho, hasta dinero, siempre la traía limpia y con el estómago lleno, ¡sí señor! pero yo queria que se prestara a todo! Pelearon. Y, como el posadero de la esquina siempre la llamaba a casa, un buen día llegó ella, llevándole al viejo lo que había pescado. — ¿Entonces ahora tienes la venda en los ojos?
Não! O tratante, a pretexto de que desconfiava dela com o Bento
marceneiro, pô-la na rua, chamando a si o que a pobre de Cristo trouxera da casa
do outro e deixando-a só com a roupa do corpo e ainda por cima doente por
causa de um aborto que tivera logo que se metera com semelhante peste. O
Bento tomara-a então à sua conta, e ela, graças a Deus, por enquanto não tinha
razões de queixa.
¡No! El estafador, con el pretexto de que desconfiaba de ella con Bento el carpintero, la echó a la calle, llevándose lo que la pobre mujer de Cristo había traído de la casa de la otra y dejándola sólo con la ropa puesta y enferma de rodillas. Además de eso, a causa de un aborto espontáneo que había tenido tan pronto como cayó con tal plaga. Entonces Bento la había tomado en sus propias manos y ella, gracias a Dios, no tenía motivo de queja por el momento.
O Pataca olhou em torno de si com o ar de quem procura alguém, e
Florinda, supondo que se tratava do seu homem, acrescentou:
— Não está cá, está lá dentro. Ele, quando joga, não gosta que eu fique
perto; diz que encabula.
— E tua mãe?
— Coitada! foi pro hospício...
Pataca miró a su alrededor con aire de quien busca a alguien, y Florinda, suponiendo que era su hombre, agregó: "Él no está aquí, está adentro". Cuando juega, no le gusta que me quede cerca; dice que avergüenza. - ¿Es tu madre? - ¡Pobre cosa! fui al hospicio...
E passou logo a falar a respeito da velha Marciana; o Pataca, porém, já lhe
não prestava atenção, porque nesse momento acabava de abrir-se a cortina
vermelha, e Firmo surgia muito ébrio, a dar bordos, contando, sem conseguir,
uma massagada de dinheiro, em notas pequenas, que ele afinal entrouxou num
bolo e recolheu na algibeira das calças.
Y enseguida pasó a hablar de la vieja Marciana; Pataca, sin embargo, ya no le hizo caso, porque en ese momento acababa de abrirse la cortina roja, y apareció Firmo muy borracho, trabajando los brazos, contando, sin éxito, una masa de dinero, en billetes pequeños, que por fin había sacado. ponlo en un pastel y ponlo en el bolsillo de su pantalón.
— Ó Porfiro! não vens? gritou lá para dentro, arrastando a voz.
E, depois de esperar inutilmente pela resposta, fez alguns passos na sala.
O Pataca deu à Florinda um “até logo” rápido e, fingindo-se de novo muito
bêbedo, encaminhou-se na direção em que vinha o mulato.
Esbarraram-se.
— Oh! Oh! exclamou o Pataca. Desculpe!
Firmo levantou a cabeça e encarou-o com arrogância; mas desfranziu o
rosto logo que o reconheceu.
- ¡Oh Porfiro! ¿no vengas? gritó por dentro, arrastrando la voz. Y, después de esperar en vano una respuesta, dio unos pasos dentro de la habitación. Pataca le dio a Florinda un rápido “hasta luego” y, fingiendo estar otra vez muy borracho, se dirigió hacia donde venía el mulato. Chocaron entre sí. -¡Oh! ¡Oh! exclamó Pataca. ¡Perdon! Firmo levantó la cabeza y lo miró fijamente; pero su rostro se relajó tan pronto como lo reconoció.
— Ah! és tu, seu galego? Como vai isso? A ladroeira corre?
— Ladroeira tinha a avó na cuia! Anda a tomar alguma coisa. Queres?
— Que há de ser?
— Cerveja. Vai?
— Vá lá.
Chegaram-se para o balcão.
— Uma Guarda-Velha, ó pequeno! gritou o Pataca.
Firmo puxou logo dinheiro para pagar.
— Deixa! disse o outro. A lembrança foi minha!
Mas, como Firmo insistisse, consentiu-lhe que fizesse a despesa.
E os níqueis do troco rolaram no chão, fugindo por entre os dedos do
mulato, que os tinha duros na tensão muscular da sua embriaguez.
- ¡Oh! ¿Eres tú, galego? ¿Como va eso? ¿El ladrón corre? "¡El ladrón tenía a su abuela en la calabaza!" Ve a buscar algo. ¿Quieres? "¿Qué es?" - Cerveza. ¿Ir? "Ve allí. Llegaron al mostrador. — ¡Una Vieja Guardia, oh pequeña! gritó Pataca. Firmo inmediatamente sacó dinero para pagar. - ¡Él se va! dijo el otro. ¡El recuerdo era mío! Pero, como insistió Firmo, le permitió pagar la cuenta. Y las monedas del cambio rodaron por el suelo, escapando por los dedos del mulato, rígidos por la tensión muscular de la borrachera.
— Que horas são? perguntou Pataca, olhando quase de olhos fechados o
relógio da parede. Oito e meia. Vamos a outra garrafa, mas agora pago eu!
Beberam de novo, e o coadjutor de Jerônimo observou depois:
— Você hoje ferrou-a deveras! Estás que te não podes lamber!
— Desgostos... resmungou o capoeira, sem conseguir lançar da boca a
saliva que se lhe grudava à língua.
— Limpa o queixo que estás cuspido. Desgostos de quê? Negócios de
mulher, aposto!
— A Rita não me apareceu hoje, sabes? Não foi e eu bem calculo por quê!
— Por quê?
- ¿Qué hora es? preguntó Pataca mirando el reloj de pared con los ojos cerrados. Ocho y media. ¡Vamos por otra botella, pero ahora pagaré! Volvieron a beber, y el coadjutor de Jerónimo comentó después: "¡Realmente la jodiste hoy!" ¡No puedes lamerte a ti mismo! "Ascos..." murmuró el capoeira, incapaz de sacarse de la boca la saliva que se le pegaba a la lengua. — Límpiate la barbilla regurgitada. ¿Aversiones de qué? ¡Negocios de mujeres, apuesto! — Rita no apareció por mí hoy, ¿sabes? ¡No lo fue y puedo adivinar por qué! - ¿Por qué?
— Porque a peste do Jerônimo voltou hoje à estalagem!
— Ahn! não sabia!... A Rita está então com ele?...
— Não está, nem nunca há de estar, que eu daqui mesmo vou à procura
daquele galego ordinário e ferro-lhe a sardinha no pandulho!
— Vieste armado?
Firmo sacou da camisa uma navalha.
— Esconde! não deves mostrar isso aqui! Aquela gente ali da outra mesa já
não nos tira os olhos de cima!
— Estou-me ninando pra eles! E que não olhem muito, que lhes dou uma de
amostra!
"¡Porque la peste de Jerónimo hoy volvió a la posada!" — ¡Ay! ¡Yo no sabía!... ¿Está Rita con él entonces?... —¡No está, ni estará nunca, porque voy a buscar a ese gallego vulgar de aquí ya plancharle la sardina en su pandulho! — ¿Viniste armado? Firmo sacó una navaja de su camisa. - ¡Se esconde! ¡No debes mostrarlo aquí! ¡Esa gente de la otra mesa no puede quitarnos los ojos de encima! "¡Los estoy sacudiendo!" Y no busques demasiado, ¡te daré una muestra!
— Entrou um urbano! Passa-me a navalha!
O capadócio fitou o companheiro, estranhando o pedido.
— É que, explicou aquele, se te prenderem não te encontram ferro...
— Prender a quem? a mim? Ora, vai-te catar!
— E ela é boa? Deixa ver!
— Isto não é coisa que se deixe ver!
— Bem sabes que não me entendo com armas de barbeiro!
— Não sei! Esta é que não me sai das unhas, nem para meu pai, que a
pedisse!
— ¡Ha entrado un urbano! ¡Pásame la navaja! El Capadocio miró a su compañero, asombrado por la petición. —Es que, explicó aquel, si te arrestan, no van a encontrar hierro... —¿Arrestar a quién? ¿a mi? ¡Pues vete a la mierda! "¿Y ella es buena?" ¡Deja ver! "¡Esto no es algo para ser visto!" "¡Sabes que no entiendo las armas de barbero!" - ¡No sé! ¡Este es el que no me sale de las uñas, ni para mi padre, que lo pidió!
— E porque não tens confiança em mim!
— Confio nos meus dentes, e esses mesmo me mordem a língua!
— Sabes quem vi ainda há pouco? Não és capaz de adivinhar!...
— Quem?
— A Rita.
— Onde?
— Ali na Praia da Saudade.
— Com quem?
— Com um tipo que não conheço...
Firmo levantou-se de improviso e cambaleou para o lado da saída.
— Espera! rosnou o outro, detendo-o. Se queres vou contigo; mas é preciso
ir com jeito, porque, se ela nos bispa, foge!
"¡Y por qué no confías en mí!" — ¡Confío en mis dientes, y me muerden la lengua! "¿Sabes a quién vi hace un momento?" ¡No eres capaz de adivinar!... —¿Quién? “Rita. - ¿Dónde? — Allá en Praia da Saudade. - ¿Con quien? "Con un tipo que no conozco..." Firmo se levantó de repente y se tambaleó hacia la salida. - ¡Esperar! gruñó el otro, deteniéndolo. Si quieres, te acompaño; pero hay que ir con gracia, porque si nos obispos, ¡se escapa!
O mulato não fez caso desta observação e saiu a esbarrar-se por todas as
mesas. Pataca alcançou-o já na rua e passou-lhe o braço na cintura,
amigavelmente.
— Vamos devagar... disse; se não o pássaro se arisca!
A praia estava deserta. Caia um chuvisco. Ventos frios sopravam do mar. O
céu era um fundo negro, de uma só tinta; do lado oposto da bala os lampiões
pareciam surgir d’água, como algas de fogo, mergulhando bem fundo as suas
trêmulas raízes luminosas.
El mulato ignoró esta observación y salió tropezando con todas las mesas. Pataca lo alcanzó en la calle y le pasó el brazo por la cintura, amistoso. — Vamos despacio... dijo; ¡si no el pájaro se arriesga! La playa estaba desierta. Cae una llovizna. Vientos fríos soplaron desde el mar. El cielo era un fondo negro, de una sola tinta; en el lado opuesto de la bala, las linternas parecían surgir del agua, como algas en llamas, hundiendo sus raíces luminosas y temblorosas profundamente.
— Onde está ela? perguntou o Firmo, sem se agüentar nas pernas.
— Ali mais adiante, perto da pedreira. Caminha, que hás de ver!
E continuaram a andar para as bandas do hospício. Mas dois vultos surdiram
da treva; o Pataca reconheceu-os e abraçou-se de improviso ao mulato.
— Segurem-lhe as pernas! gritou para os outros.
Os dois vultos, pondo o cacete entre os dentes, apoderaram-se de Firmo, que
bracejava seguro pelo tronco.
Deixara-se agarrar — estava perdido.
Quando o Pataca o viu preso pelos sovacos e pela dobra dos joelhos,
sacou-lhe fora a navalha.
— Pronto! Está desarmado!
E tomou também o seu pau.
- ¿Donde esta ella? preguntó Firmo, incapaz de agarrarse a sus piernas. “Allá, cerca de la cantera. ¡Camina, qué verás! Y siguieron caminando hacia el hospicio. Pero dos figuras surgieron de la oscuridad; Pataca los reconoció y de pronto abrazó al mulato. "¡Sostén sus piernas!" gritó a los demás. Las dos figuras, poniendo el garrote entre los dientes, agarraron a Firmo, que estaba bien sujeto por el tronco. Se había dejado agarrar, estaba perdido. Cuando Pataca lo vio atrapado por las axilas y la flexión de las rodillas, sacó su navaja. - ¡Listo! ¡Está desarmado! Y también tomó su polla.
Soltaram-no então. O capoeira, mal tocou com os pés em terra, desferiu um
golpe com a cabeça, ao mesmo tempo que a primeira cacetada lhe abria a nuca.
Deu um grito e voltou-se cambaleando. Uma nova paulada cantou-lhe nos
ombros, e outra em seguida nos rins, e outra nas coxas, outra mais violenta
quebrou-lhe a clavícula, enquanto outra logo lhe rachava a testa e outra lhe
apanhava a espinha, e outras, cada vez mais rápidas, batiam de novo nos pontos
já espancados, até que se converteram numa carga continua de porretadas, a que
o infeliz não resistiu, rolando no chão, a gotejar sangue de todo o corpo.
A chuva engrossava. Ele agora, assim debaixo daquele bate-bate sem
tréguas, parecia muito menor, minguava como se estivesse ao fogo. Lembrava
um rato morrendo a pau. Um ligeiro tremor convulsivo era apenas o que ainda
lhe denunciava um resto de vida.
Luego lo liberaron. El capoeirista, en cuanto sus pies tocaron el suelo, golpeó con la cabeza, al mismo tiempo que el primer garrote le abría la nuca. Dio un grito y se tambaleó hacia atrás. Un nuevo golpe cantó en sus hombros, y luego otro en sus riñones, y otro en sus muslos, otro más violento le rompió la clavícula, mientras que otro pronto le partió la frente y otro le atrapó la columna, y otros, cada vez más. volvieron a dar en los puntos ya golpeados, hasta convertirse en una carga continua de golpes, que el infortunado no resistió, rodando por el suelo, goteando sangre por todo su cuerpo. La lluvia se espesó. Él ahora, así bajo ese incesante martilleo, parecía mucho más pequeño, menguaba como si estuviera en llamas. Me recordó a un ratón moribundo. Un ligero temblor convulsivo fue justo lo que le dio el resto de su vida.
Os outros três não diziam palavra, arfavam, a
bater sempre, tomados de uma irresistível vertigem de pisar bem a cacete aquela
trouxa de carne mole e ensangüentada, que grunhia frouxamente a seus pés.
Afinal, quando de todo já não tinham forças para bater ainda, arrastaram a
trouxa até a ribanceira da praia e lançaram-na ao mar. Depois, arquejantes,
deitaram a fugir, à toa, para os lados da cidade.
Los otros tres no dijeron una palabra, jadeaban, golpeando todo el tiempo, embargados por un vértigo irresistible de pisar con la cachiporra aquel fardo de carne blanda y ensangrentada que gemía sin fuerzas a sus pies. Finalmente, cuando aún no tenían fuerzas para luchar, arrastraron el bulto hasta la orilla y lo arrojaron al mar. Luego, sin aliento, comenzaron a huir sin rumbo hacia el costado de la ciudad.
Chovia agora muito forte. Só pararam no Catete, ao pé de um quiosque;
estavam encharcados; pediram parati e beberam como quem bebe água. Passava
já de onze horas. Desceram pela Praia da Lapa; ao chegarem debaixo de um
lampião, Jerônimo parou suando apesar do aguaceiro que cala.
— Aqui têm vocês, disse, tirando do bolso as quatro notas de vinte mil-réis.
Duas para cada um! E agora vamos tomar qualquer coisa quente em lugar seco.
— Ali há um botequim, indicou o Pataca, apontando a Rua da Glória.
Subiram por uma das escadinhas que ligam essa rua à praia, e daí a pouco
instalavam-se em volta de uma mesa de ferro. Pediram de comer e de beber e
puseram-se a conversar em voz soturna, muito cansados.
Estaba lloviendo muy fuerte ahora. Sólo se detuvieron en Catete, al lado de un quiosco; estaban empapados; preguntaron por ti y bebieron como quien bebe agua. Eran más de las once. Bajaron a Praia da Lapa; cuando llegaron bajo una lámpara, Jerónimo dejó de sudar a pesar del aguacero. "Aquí tienes", dijo, sacando los cuatro billetes de veinte milreis de su bolsillo. ¡Dos para cada uno! Y ahora tomemos algo caliente en un lugar seco. "Allá hay una taberna", señaló Pataca, señalando la Rua da Glória. Subieron por una de las escaleras que conectan esta calle con la playa, y al cabo de un rato se acomodaron alrededor de una mesa de hierro. Pidieron comida y bebida y empezaron a hablar con voz sombría, muy cansadas.
A uma hora da madrugada o dono do café pô-los fora. Felizmente chovia
menos. Os três tomaram de novo a direção de Botafogo; em caminho Jerônimo
perguntou ao Pataca se ainda tinha consigo a navalha do Firmo e pediu-lha, ao
que o companheiro cedeu sem objeção.
— É para conservar uma lembrança daquele bisbórria! explicou o
cavouqueiro, guardando a arma.
Separaram-se defronte da estalagem. Jerônimo entrou sem ruído; foi até à
casa, espiou pelo buraco da fechadura; havia luz no quarto de dormir;
compreendeu que a mulher estava à sua espera, acordada talvez; pensou sentir,
vindo lá de dentro, o bodum azedo que ela punha de si, fez uma careta de nojo e
encaminhou-se resolutamente para a casa da mulata, em cuja porta bateu
devagarinho.
A la una de la mañana el dueño del café los echó. Afortunadamente llovió menos. Los tres volvieron a tomar dirección a Botafogo; En el camino, Jerónimo le preguntó a Pataca si todavía tenía la navaja de Firmo y se la pidió, a lo que su compañero accedió sin objeciones. "¡Es para preservar un recuerdo de ese Slipsbory!" explicó el excavador, guardando su arma. Se separaron frente a la posada. Jerónimo entró sin hacer ruido; fue a la casa, miró por el ojo de la cerradura; había luz en el dormitorio; comprendió que la mujer lo esperaba, tal vez despierta; creyó sentir, viniendo de dentro, el agrio bodum que ella le ponía, puso cara de disgusto y se dirigió resueltamente hacia la casa de la mulata, a cuya puerta tocó lentamente.
Rita, essa noite, recolhera-se aflita e assustada. Deixara de ir ter com o
amante e mais tarde admirava-se como fizera semelhante imprudência; como
tivera coragem de pôr em prática, justamente no momento mais perigoso, uma
coisa que ela, até ai, não se sentira com animo de praticar. No intimo respeitava
o capoeira; tinha-lhe medo. Amara-o a principio por afinidade de temperamento,
pela irresistível conexão do instinto luxurioso e canalha que predominava em
ambos, depois continuou a estar com ele por hábito, por uma espécie de vicio
que amaldiçoamos sem poder largá-lo; mas desde que Jerônimo propendeu para
ela, fascinando-a com a sua tranqüila seriedade de animal bom e forte, o sangue
da mestiça reclamou os seus direitos de apuração, e Rita preferiu no europeu o
macho de raça superior. O cavouqueiro, pelo seu lado, cedendo às imposições
mesológicas, enfarava a esposa, sua congênere, e queria a mulata, porque a
mulata era o prazer, era a volúpia, era o fruto dourado e acre destes sertões
americanos, onde a alma de Jerônimo aprendeu lascívias de macaco e onde seu
corpo porejou o cheiro sensual dos bodes.
Rita, esa noche, se había ido a la cama angustiada y con miedo. Dejó de ir a ver a su amante y luego se preguntó cómo había cometido tal imprudencia; cómo tuvo el coraje de poner en práctica, precisamente en el momento más peligroso, algo que, hasta entonces, no había sentido con el coraje de practicar. En el fondo respetaba la capoeira; Le tenía miedo. Lo había amado primero por una similitud de temperamento, por la conexión irresistible del instinto lujurioso y villano que predominaba en ambos, luego siguió estando con él por costumbre, por una especie de vicio que nos maldito sin poder soltarlo; pero tan pronto como Jerónimo se enamoró de ella, fascinándola con la serena seriedad de un animal bueno y fuerte, la sangre mestiza reclamó sus derechos de investigación, y Rita prefirió el macho de raza superior al europeo. El cavouqueiro, en cambio, cediendo a las imposiciones mesológicas, odiaba a su mujer, a su contraparte, y quería a la mulata, porque la mulata era placer, era voluptuosidad, era el fruto dorado y acre de estos serranos americanos, donde El alma de Jerónimo aprendió las lujurias del mono y donde su cuerpo se deslizó sobre el olor sensual de las cabras.
Amavam-se brutalmente, e ambos sabiam disso. Esse amor irracional e
empírico carregara-se muito mais, de parte a parte, com o trágico incidente da
luta, em que o português fora vitima Jerônimo aureolou-se aos olhos dela com
uma simpatia de mártir sacrificado à mulher que ama; cresceu com aquela
navalhada; iluminou-se com o seu próprio sangue derramado, e, depois, a
ausência no hospital veio a completar a cristalização do seu prestigio, como se o
cavouqueiro houvera baixado a uma sepultura, arrastando atrás de si a saudade
dos que o choravam.
Se amaban brutalmente, y ambos lo sabían. Este amor irracional y empírico fue mucho más cargado, por ambos lados, con el trágico incidente de la lucha, en la que el portugués fue víctima.Jerónimo aureola sus ojos con la simpatía de un mártir sacrificado a la mujer que ama; creció con esa navaja; se iluminó con su propia sangre derramada, y luego su ausencia del hospital vino a completar la cristalización de su prestigio, como si el cavador hubiera descendido a una tumba, arrastrando tras de sí la añoranza de quienes lo lloraban.
Entretanto, o mesmo fenômeno se operava no espírito de Jerônimo com
relação à Rita: arriscar espontaneamente a vida por alguém é aceitar um
compromisso de ternura, em que empenhamos alma e coração; a mulher por
quem fazemos tamanho sacrifício, sela ela quem for assume de um só vôo em
nossa fantasia as proporções de um ideal. O desterrado, à primeira troca de
olhares com a baiana, amou-a logo, porque sentiu nela o resumo de todos os
quentes mistérios que os enlearam voluptuosamente nestas terras da luxúria;
amou-a muito mais quando teve ocasião de jogar a existência por esse amor, e
amou-a loucamente durante a triste e dolorosa solidão da enfermaria, em que os
seus gemidos e suspiros eram todos para ela.
Sin embargo, el mismo fenómeno operaba en la mente de Jerônimo con respecto a Rita: arriesgar espontáneamente la vida por alguien es aceptar un compromiso de ternura, en el que se compromete el corazón y el alma; la mujer por la que hacemos tal sacrificio, sea lo que sea, asume en un solo vuelo en nuestra fantasía las proporciones de un ideal. El desterrado, al primer intercambio de miradas con la bahiana, se enamoró de inmediato de ella, pues sintió en ella el resumen de todos los candentes misterios que voluptuosamente los enredaban en estas tierras de lujo; la amó mucho más cuando tuvo la oportunidad de arriesgar su existencia por ese amor, y la amó con locura en la triste y dolorosa soledad de la enfermería, cuando sus gemidos y suspiros eran todos por ella.
A mulata bem que o compreendeu, mas não teve animo de confessar-lhe que
também morria de amores por ele; receou prejudicá-lo. Agora, com aquela
loucura de faltar à entrevista justamente no dia em que Jerônimo voltava à
estalagem, a situação parecia-lhe muito melindrosa. Firmo, desesperado com a
ausência dela, embebedava-se naturalmente e vinha ao cortiço provocar o
cavouqueiro; a briga rebentaria de novo, fatal para um dos dois, se é que não
seria para ambos. Do que ela sentira pelo navalhista persistia agora apenas o
medo, não como ele era dantes, indeterminado e frouxo, mas ao contrário,
sobressaltado, nervoso, cheio de apreensões que a punham aflita. Firmo já não
lhe aparecia no espírito como um amante ciumento e perigoso, mas como um
simples facínora, armado de uma velha navalha desleal e homicida. O seu medo
transformava-se em uma mistura de asco e terror. E sem achar sossego na cama,
deixava-se atordoar pelos seus pressentimentos, quando ouviu bater na porta.
La mulata lo entendió bien, pero no tuvo valor para confesarle que también estaba locamente enamorada de él; miedo de hacerle daño. Ahora, con esa locura de perderse la entrevista el mismo día que Jerónimo regresaba a la posada, la situación le parecía muy delicada. Firmo, desesperado por su ausencia, naturalmente se emborrachaba y venía al conventillo a provocar al cavouqueiro; la pelea estallaría de nuevo, fatal para uno de ellos, si no para ambos. De lo que había sentido por el navalista, ahora sólo persistió el miedo, no como antes, indeciso y fláccido, sino por el contrario, sobresaltado, nervioso, lleno de aprensiones que la inquietaban. Firmo ya no aparecía en su mente como un amante celoso y peligroso, sino como un simple criminal, armado con una vieja navaja desleal y homicida. Su miedo se convirtió en una mezcla de disgusto y terror. Y sin encontrar descanso en la cama, se estaba dejando aturdir por sus presentimientos, cuando escuchó un golpe en la puerta.
— Quem está ai?... perguntou a meia voz.
— Sou eu... disse Jerônimo, chegando-se.
Reconheceu-o logo e correu a abrir.
— Como?! É você, Jeromo?
"¿Quién está ahí?", preguntó en voz baja. "Soy yo..." dijo Jerónimo acercándose. Lo reconoció de inmediato y corrió a abrirlo. - ¡¿Como?! ¿Eres tú Jerónimo?
— Chit! fez ele, pondo o dedo na boca. Fala baixo.
Rita começou a tremer: no olhar do português, nas suas mãos encardidas de
sangue, no seu todo de homem ébrio, encharcado e sujo, havia uma terrível
expressão de crime.
— Donde vens tu?... segredou ela.
— De cuidar da nossa vida... Ai tens a navalha com que fui ferido!
E atirou-lhe sobre a mesa a navalha de Firmo, que a mulata conhecia como
as palmas da mão.
— E ele?
— Está morto.
— Quem o matou?
— Eu.
Calaram-se ambos.
— Agora... acrescentou o cavouqueiro, no fim de um silêncio arquejado por
ambos; estou disposto a tudo para ficar contigo. Sairemos os dois daqui para
onde melhor for... Que dizes tu?
— E tua mulher?...
— ¡Chico! lo hizo, llevándose el dedo a la boca. Habla bajo. Rita empezó a temblar: en la mirada del portugués, en sus manos sucias de sangre, en todo su hombre borracho, empapado y sucio, había una terrible expresión de crimen. "¿De dónde eres?" susurró ella. — De ocuparnos de nuestros propios asuntos... ¡Ahí tienes la navaja con la que me hirieron! Y tiró sobre la mesa la navaja de Firmo, que la mulata conocía como el dorso de su mano. - ¿Es el? - Está muerto. "¿Quién lo mató?" - I. Ambos se quedaron en silencio. — Ahora... añadió el cazador, al final de un silencio que había estado jadeando por los dos; Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para estar contigo. Nos iremos los dos de aquí para donde sea mejor... ¿Qué dices? - ¿Y tu mujer?...
— Deixo-lhe as minhas economias de muito tempo e continuarei a pagar o
colégio à pequena. Sei que não devia abandoná-la, mas podes ter como certo
que, ainda que não queiras vir comigo, não ficarei com ela! Não sei! já não a
posso suportar! Um homem enfara-se! Felizmente minha caixa de roupa está
ainda na Ordem e posso ir buscá-la pela manhã.
— E para onde iremos?
— O que não falta é p’r’onde ir! Em qualquer parte estaremos bem. Tenho
aqui sobre mim uns quinhentos mil-réis, para as primeiras despesas. Posso ficar
cá até às cinco horas; são duas e meia; saio sem ser visto por Piedade; mando-te
ao depois dizer o que arranjei, e tu irás ter comigo... Está dito? Queres?
Rita, em resposta, atirou-se ao pescoço dele e pendurou-se-lhe nos lábios,
devorando-o de beijos.
— Te dejo mis ahorros a largo plazo y seguiré pagando la educación de la niña. Sé que no debo dejarla, pero puedes estar seguro de que aunque no quieras venir conmigo, ¡no me quedaré con ella! ¡No sé! ¡No puedo soportarlo más! ¡Un hombre se enfada! Afortunadamente, mi caja de ropa sucia todavía está en la Orden y puedo recogerla en la mañana. "¿Y adónde iremos?" — ¡Lo que no falta es adónde ir! Estaremos bien en cualquier lugar. Tengo unos quinientos milreis encima para los primeros gastos. Puedo quedarme aquí hasta las cinco; Son las dos y media; Me voy sin que Piedade me vea; Te enviaré más tarde para decirte lo que he arreglado, y vendrás a mí... ¿Está dicho eso? ¿Quieres? Rita, en respuesta, se arrojó alrededor de su cuello y se colgó de sus labios, devorándolo a besos.
Aquele novo sacrifício do português; aquela dedicação extrema que o
levava a arremessar para o lado família, dignidade, futuro, tudo, tudo por ela,
entusiasmou-a loucamente. Depois dos sobressaltos desse dia e dessa noite, seus
nervos estavam afiados e toda ela elétrica.
Ah! não se tinha enganado! Aquele homenzarrão hercúleo, de músculos de
touro, era capaz de todas as meiguices do carinho.
Ese nuevo sacrificio del portugués; esa entrega extrema que lo llevó a tirar su familia, su dignidad, su futuro, todo, todo por ella, la excitó con locura. Después de los trastornos de ese día y esa noche, sus nervios estaban aguzados y estaba toda eléctrica. ¡Oh! ¡no se había equivocado! Ese gran hombre hercúleo, con músculos de toro, era capaz de toda la ternura del cariño.
— Então? insistiu ele.
— Sim, sim, meu cativeiro! respondeu a baiana, falando-lhe na boca; eu
quero ir contigo; quero ser a tua mulata, o bem do teu coração! Tu és os meus
feitiços! — E apalpando-lhe o corpo:— Mas como estas ensopado! Espera!
espera! o que não falta aqui e roupa de homem pra mudar!... Podias ter uma
recaída, cruzes! Tira tudo isso que está alagado! Eu vou acender o fogareiro e
estende-se em cima o que é casimira, para te poderes vestir às cinco horas. Tira
as botas! Olha o chapéu como está! Tudo isto seca! Tudo isto seca! Mira, toma
já um gole de parati p’r’atalhar a friagem! Depois passa em todo o corpo! Eu
vou fazer café!
Jerônimo bebeu um bom trago de parati, mudou de roupa e deitou-se na
cama de Rita.
- ¿Entonces? el insistió. —¡Sí, sí, mi cautiva! respondió la mujer bahiana, hablándole a la boca; Quiero ir contigo; ¡Quiero ser tu mulata, el bien de tu corazón! ¡Eres mis hechizos! — Y sintiendo su cuerpo: — ¡Pero cómo estás empapado! ¡Esperar! ¡esperar! ¡lo que no falta aquí es ropa de hombre para cambiarse!... ¡Podrías tener una recaída, cruces! ¡Quita todo lo que está inundado! Voy a encender la estufa y extender un poco de cachemir encima para que puedas vestirte a las cinco. ¡Quítate las botas! ¡Mira el sombrero tal como es! ¡Todo se seca! ¡Todo se seca! ¡Mira, toma un sorbo de parati para cortar el frío! ¡Luego va por todo el cuerpo! ¡Haré café! Jerónimo bebió un buen trago de paraty, se cambió de ropa y se acostó en la cama de Rita.
— Vem pra cá... disse, um pouco rouco.
— Espera! espera! O café está quase pronto!
E ela só foi ter com ele, levando-lhe a chávena fumegante da perfumosa
bebida que tinha sido a mensageira dos seus amores; assentou-se ao rebordo da
cama e, segurando com uma das mãos o pires, e com a outra a xícara, ajudava-o
a beber, gole por gole, enquanto seus olhos o acarinhavam, cintilantes de
impaciência no antegozo daquele primeiro enlace.
Depois, atirou fora a saia e, só de camisa, lançou-se contra o seu amado,
num frenesi de desejo doido.
— Ven aquí... dijo, un poco ronco. - ¡Esperar! ¡esperar! ¡El café está casi listo! Y ella sólo fue hacia él, llevándole la copa humeante de la bebida perfumada que había sido mensajera de sus amores; Ella se sentó en el borde de la cama y, sosteniendo el platillo en una mano y la taza en la otra, lo ayudó a beber, sorbo a sorbo, mientras sus ojos lo acariciaban, chispeando de impaciencia en la anticipación de esa primera unión. Después, se quitó la falda y, sólo con la camisa, se lanzó contra su amado, en un frenesí de loco deseo.
Jerônimo, ao senti-la inteira nos seus braços; ao sentir na sua pele a carne
quente daquela brasileira; ao sentir inundar-lhe o rosto e as espáduas, num
eflúvio de baunilha e cumaru, a onda negra e fria da cabeleira da mulata; ao
sentir esmagarem-se no seu largo e pelado colo de cavouqueiro os dois globos
túmidos e macios, e nas suas coxas as coxas dela; sua alma derreteu-se, fervendo
e borbulhando como um metal ao fogo, e saiu-lhe pela boca, pelos olhos, por
todos os poros do corpo, escandescente, em brasa, queimando-lhe as próprias
carnes e arrancando-lhe gemidos surdos, soluços irreprimíveis, que lhe sacudiam
os membros, fibra por fibra, numa agonia extrema, sobrenatural, uma agonia de
anjos violentados por diabos, entre a vermelhidão cruenta das labaredas do
inferno.
Jerónimo, sintiéndola entera en sus brazos; cuando sientes la carne tibia de esa brasileña en tu piel; cuando sintió la negra y fría ola del cabello de la mulata inundar su rostro y hombros, en un efluvio de vainilla y haba tonka; cuando sintió los dos globos hinchados y blandos aplastarse en su ancho y desnudo cuello de caballo, y en sus muslos los muslos de ella; su alma se derretía, hirviendo y burbujeando como un metal en el fuego, y le salía por la boca, por los ojos, por todos los poros de su cuerpo, abrasando, ardiendo, quemando sus propias carnes y haciéndolo gemir. , que sacudía sus miembros, fibra a fibra, en una agonía extrema, sobrenatural, una agonía de ángeles violados por demonios, en medio del enrojecimiento sanguinolento de las llamas del infierno.
E com um arranco de besta-fera caíram ambos prostrados, arquejando. Ela
tinha a boca aberta, a língua fora, os braços duros, os dedos inteiriçados, e o
corpo todo a tremer-lhe da cabeça aos pés, continuamente, como se estivesse
morrendo; ao passo que ele, de súbito arremessado longe da vida por aquela
explosão inesperada dos seus sentidos, deixava-se mergulhar numa embriaguez
deliciosa, através da qual o mundo inteiro e todo o seu passado fugiam como
sombras fátuas. E, sem consciência de nada que o cercava, nem memória de si
próprio, sem olhos, sem tino, sem ouvidos, apenas conservava em todo o seu ser
uma impressão bem clara, viva, inextinguível: o atrito daquela carne quente e
palpitante, que ele em delírio apertou contra o corpo, e que ele ainda sentia
latejar-lhe debaixo das mãos, e que ele continuava a comprimir maquinalmente,
como a criança que, já dormindo, afaga ainda as tetas em que matou ao mesmo
tempo a fome e a sede com que veio ao mundo.
Y con un salto como una bestia, ambos cayeron postrados, jadeando. Tenía la boca abierta, la lengua afuera, los brazos rígidos, los dedos rígidos y todo el cuerpo temblando de pies a cabeza, continuamente, como si se estuviera muriendo; mientras él, repentinamente arrojado lejos de la vida por aquella inesperada explosión de sus sentidos, se dejaba sumergir en una embriaguez deliciosa, por la cual el mundo entero y todo su pasado huían como sombras de quimeras. Y, sin conciencia de nada de lo que le rodeaba, sin memoria de sí mismo, sin ojos, sin sentido, sin oídos, sólo conservaba en todo su ser una impresión clarísima, viva, inextinguible: el roce de aquella carne cálida, palpitante, que delirante, se apretó contra su cuerpo, y que todavía sentía palpitar bajo sus manos, y que seguía apretando mecánicamente, como el niño que, ya dormido, acaricia todavía las tetinas en las que ha matado el hambre y el hambre a la vez. .sed con la que vino al mundo.